Los bosques vírgenes (primarios) donde residen las dos terceras partes de la biodiversidad terrestre, así como muchos pueblos indígenas, están desapareciendo de manera irreversible. Estos bosques resultan de vital importancia para nuestra supervivencia, ya que mantienen un clima estable almacenando carbono.
Digámoslo de otro modo, los bosques primarios son los pulmones del planeta. Las plantas y árboles nos proporcionan el oxígeno que respiramos y consumen el dióxido de carbono que expulsamos (y el de nuestras fábricas), el cual es utilizado en la fotosíntesis para producir más oxígeno.
Los bosques regulan el ciclo hidrológico y protegen el suelo y las cuencas de los ríos. La deforestación, acelera la aridez del suelo que al no retener la humedad, seca los cauces en épocas de escasez y los desborda cuando hay exceso. La ausencia de bosques altera el régimen de lluvias, disminuyendo la precipitación.
En definitiva los bosques regulan el clima y el ciclo del carbono. La deforestación y los cambios en el uso de la tierra son responsables de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático. Los bosques almacenan unas 289 gigatoneladas (Gtons) de carbono en árboles y otros tipos de vegetación.
Durante el siglo XX hemos talado más de la mitad de los bosques tropicales. Cada minuto desaparece en el mundo más de 15 km2 de bosque tropical. La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advierte que se han perdido ya 13 millones de hectáreas de bosques anuales entre 2000 y 2010. La mayor parte de estos ecosistemas (80%) ya ha sido destruida (o, en cierto grado, modificada) y lo que queda está amenazado por la acción del hombre.
Los bosques secundarios que vienen reaplazar la cobertera original de los bosques vírgenes primarios son bastante diferentes, ya que una plantación no hace un bosque. Las estadísticas de la FAO incluyen estas nuevas plantaciones y reforestaciones, con lo que la cobertura forestal aumenta a pesar de que los bosques primarios que constituyen el 36% de la superficie total, ha disminuido desde el 2000 en más de 40 millones de hectáreas. En España aunque aún quedan bosques intactos en el Pirineo o Cordillera Cantábrica, que debemos conservar como oro en paño, su escasa extensión no permite categorizarlos como bosques primarios.
Muchos de los modelos climáticos actuales aún no tienen en cuenta el impacto dinámico del cambio en el uso del suelo en la composición atmosférica. Sin embargo modelos recientes (Gazeveld et al.) tienen en cuenta la composición de la atmosfera y el intercambio de gases con la atmósfera, e intentan descifrar el efecto que producirá a largo plazo (2050) los cambios producidos en el uso del suelo y deforestación (junto con el ciclo del carbono y otros patrones climáticos) en las concentraciones de varios gases atmosféricos, como el metano y el ozono.
Si la deforestación continua la turbulencia el la zona baja atmosfera cesará, reduciéndose la mezcla de gases. Como consecuencia la Tierra acumulará mayores concentraciones de ozono a nivel del suelo y aumentará la capacidad oxidante de la atmosfera.
Los bosques emiten más oxido nítrico que los suelos que acomodan cultivos. Sin embargo cada vez usamos más fertilizantes que junto con el suelo de los bosques ocasionará un incremento en emisiones netas de oxido nítrico aumenten para el 2050. Como vemos el impacto del hombre es multifactorial.
Los científicos del clima usan diferentes escenarios plausibles de emisiones en sus modelos para predecir cambios en clima futuro, como los publicados en el último de los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (SRES scenarios (IPCC, 2007)).
Actualmente se esta elaborando el último de ellos, previsto para el 2014. Una de las bases de este informe será el uso de escenarios de emisiones completamente nuevos basados en datos más actualizados y nuevas tecnologías. Estos nuevos escenarios (Arora et al.) usando modelos climáticos terrestres que tienen en cuenta gases como dióxido de carbono y otros de efecto invernadero, aerosoles, cambios en uso del suelo y flujo de carbón entre la atmosfera y el océano, y la superficie de la Tierra, han obtenido nuevos datos representativos de futuras de emisiones CO2 y concentraciones. Y así mismo, dependiendo de la sensibilidad del planeta (o respuesta a estos cambios en la concentración de gases que se traducirá en aumento de temperatura global) han calculado qué reducción se necesita para limitar el aumento de la temperatura global por debajo de cierto umbral.
Recordemos el acuerdo alcanzado por algunos gobiernos en Copenhague (ver artículos recomendados *) para limitar sus emisiones y mantener así el incremento de la temperatura global por debajo de los 2 grados centígrados para 2100, considerado como umbral peligroso. De acuerdo con las investigaciones de Arora (et al.) para conseguir no rebasar ese umbral no solo habrá que reducir a cero las emisiones en los próximos 50 años, si no que además tendremos que encontrar la manera de extraer parte de lo que ya esta en la atmósfera.
Este umbral peligroso de los dos grados, esta relacionado con el fenómeno de los “tipping points”, de los que ya he hablado previamente en esta sección. Umbrales que si se traspasan pueden desestabilizar totalmente, y de manera peligrosa, el clima de nuestro planeta. Alguien me explicó una vez que esto de los umbrales es como cuando te paseas en una canoa en mitad del lago y empiezas a balancearte; llega un momento en que tu peso sobre un lado vence la estabilidad de la canoa y vuelcas.
El tiempo pasa, y a excepción de algunas iniciativas unilaterales serias por parte de la UE para reducir drásticamente emisiones, los políticos siguen sin ponerse de acuerdo en el ‘cómo’, en el ‘quién’ (mueve ficha antes) y, sobre todo, en el ‘cuánto’ (me va a costar).
Y así estamos. A las vísperas de que el tratado de Kyoto expire el año próximo, con miedo a volcar.
SCC
Referencias
-Arora, V. K., J. F. Scinocca, G. J. Boer, J. R. Christian, K. L. Denman, G. M. Flato, V. V. Kharin, W. G. Lee, and W. J. MerryfieldGeophys. Res. Lett., 38, L05805, doi: 10.1029/2010GL046270.
-IPCC (2007): Climate Change 2007: impacts, adaptation. Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA.
-Ganzeveld, L., L. Bouwman, E. Stehfest, D. P. van Vuuren, B. Eickhout, and J. Lelieveld (2010), Impact of future land use and land cover changes on atmospheric chemistry-climate interactions, J. Geophys. Res., 115, D23301, doi:10.1029/2010JD014041.
*Sobre tratados de Kyoto/acuerdos en Copenhague